Relato corto: la bruja sobre el tejado de zinc

  La bruja sobre el tejado de Zinc

La bruja sobre el tejado de zinc. Relato por Olivier Rodriguez.

¿Que si las brujas existen? ¡Como para tener dudas! Están por allí, haciendo vida normal (o casi), charlando con sus vecinas, vistiendo apariencias cotidianas de amas de casa bonachonas y dulces. No digo que todas las mujeres u hombres (porque las brujas verdaderas no poseen género, solo adoptan apariencias convenientes) de tu vecindad que veas así sean brujas maléficas, no. Algunas son de las sanas. Otras, la mayoría, apenas son aprendices o aprendizas. Pero en una localidad pequeña como esta donde vivo, de apenas unas dos mil almas, las que lo son pertenecen a la selecta élite de brujas malvadas, o RWW (really wicked witches) categoría maldita de seres transfigurados que utilizan la apariencia humana para cumplir los cometidos más escabrosos, guiadas por el mismo demonio.

Pues bien. Yo he descubierto a varias de ellas, aunque es una en particular la que me preocupa en este momento. ¡Y permanezco vigilante! Dar con ellas puede ser sencillo. Lo verdaderamente complicado es pillarlas in fraganti, para que no haya dudas y cometamos el error, siempre imperdonable, de hacer daño a seres inocentes, como sucedía en la antigüedad. No. ¿Qué diferencia a una persona normal de una bruja? El asunto es sencillo: la auténtica bruja sale a la caza de almas en la madrugada, volando, convertida en especie de gallina gigante, de vuelo pesado y asombroso. ¿Y para qué se desplazan así? Para vigilar el sueño de los incautos y llevarse sus almas, sobre todo la de los niños pequeños, que siempre son los más indefensos.

Por eso, desde que me percaté, en mi sueño ligero, que una bruja aterrizaba de noche sobre nuestro tejado de zinc, me vestí de negro, protegido por kilos de sal y limones cortados en cruz (protección que ellas detestan) y me dispuse a vigilar en esta habitación, con vista perfecta hacia la ventana de la habitación donde duerme nuestra pequeña Alba. La bicha acaba de aterrizar. Contemplo perfectamente, pese a la oscuridad, su corpachón abultado y una cabeza enorme llena de pelos en punta, parecidos a las cerdas de un puercoespín. Es la tercera vez que la veo aposentarse allí y acechar. Pero hoy el tema es más complicado, porque la bicha quiere atacar y llevarse a la inocente. Repta lentamente. Se aferra a las vigas. Baja con el dominio de un gimnasta, se escurre a través de la ventana abierta y...

¡Ataca! Mi pequeña reacciona como esperaba, en el momento preciso, desencajando su pequeña mandíbula como una boa constrictor para engullir el redondo cuerpo de la desgraciada. No os lo había dicho, pero mi hija adoptiva no puede alimentarse de otra cosa. Es la perfecta cazadora para controlar la plaga de brujas que infesta este lugar. Yo sólo me encargo de procurarle el alimento adecuado. 

Un relato de Olivier Rodriguez J. 

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4/Post a Comment/Comments

  1. Me ha encantado, muchas gracias por tu simpático relato, bueno más que simpático, tenebroso diría yo. Y el giro final ha sido brutal. Me encantan las historias que giran al final para nada sea lo que parece.... Ya estoy esperando el siguiente con impaciencia.... Mi más sincera enhorabuena 👋👋👋👋👋👋👋

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  2. Gracias, Gabrielle... Yo encantado de leer tu comentario. Debemos apoyar la lectura siempre. Un abrazo.

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  3. Y tanto que existen. Ahora no sé, pero en mis tiempos de colegial había un montón. Impartían clase y decidían tu futuro.

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    1. Ese tipo de brujas y brujos son los peores, porque escapan de la ficción para atormentar realidades, en vez de mejorarlas. Pero ya Casi no existen, afortunadamente, Cabrónidas. Gracias por tu lectura.

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